Porque
la primera mirada lo dice todo; esa mirada que se te queda clavada durante unos
segundos sin querer apartarla de tu vista, esa que en tan solo milésimas de
segundos te hace sentir mariposas por todo el cuerpo, te hace temblar; la que
con tan solo verla te muestra millones de sentimientos, esa que te quedas hipnotizado
horas y horas y sin darte cuenta, desaparece.
Tú nunca
has sentido tantas cosas con tan solo una mirada e intentas encontrarla de
nuevo por todos los medios para ver si es cierto lo que te estaba pasando, ya
que enamorarte de una simple mirada no es algo que suela pasar habitualmente,
es como un flechazo que se te queda clavado para toda la vida.
Un
día, te levantas de la cama, y al asomarte al balcón, se te fijan los ojos en
esa mirada que viste en un momento y que tanto sentiste. Ella, te responde con
otra mirada y con una sonrisa, y tu corazón late más y más rápido pero una vez más,
desaparece.
A la
tercera va la vencida, entonces tú muy decidido vas en busca de esa mirada, en
busca del encanto que hay detrás de esos ojos y de esa sonrisa, y al
encontrarla por tercera vez, te das cuenta de que ya no es la misma, que tiene
la mirada perdida y no te mira fijamente, ya no te muestra tantas mariposas
como lo hacía antes y ya no sientes
lo mismo que la primera vez que la viste, no sabes porque en tan solo un instante
ha pasado de encantarte y ser lo mejor que te ha pasado a no sentir nada. No sabes si ha cambiado ella, o el que ha cambiado has sido tú.
Porque una mirada no dice nada, pero al mismo
tiempo lo dice todo.