lunes, 18 de agosto de 2014

Ojos que no ven...

"Ojos que no ven, corazón que no siente", o eso suelen decir. En mi caso, sería al revés: el corazón ha sentido tanto que los ojos no fueron capaces de ver todo lo que pasaba por delante. Y sucedieron muchas cosas, pero el corazón volvió loco a mi cerebro y manipuló mis cinco sentidos.
En  este sentimiento solo participaba mi corazón y él. Todo lo demás daba igual. Y pasó factura claro está. Mis ojos tenían una venda muy grande, y a medida que el corazón se iba debilitando y se iba haciendo daño poquito a poco, mis ojos se iban abriendo aún más. Tanto fue el sentimiento del corazón, que acabó por romperse a pedazos. Pedazos pequeñitos de los que son difíciles de arreglar. Terminó dañado, y desolado en lágrimas que ni los ojos podían soportar. Los sentidos empezaron a activarse de tal daño, que hicieron que las lágrimas se debilitaran poco a poco y que los ojos se abrieran definitivamente para ver y analizar todo lo que había pasado. Y así fue. El corazón dejó de sentir, se congeló y murió. Los ojos están abiertos, muy abiertos, cicatrizados de tal tristeza, y se han vuelto tan precavidos que me sorprendo hasta yo.

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